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Oct 9, 2012
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Sobre el hombre y la mujer

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Una fabula sobre el hombre y la mujer lo largo de la historia

Una de las ideas absurdas de los últimos tiempos ha sido la de la guerra entre los sexos. Como si faltaran guerras, para crear otra en el espacio que tendría que ocupar el amor. La relación de pareja, de familia, entre los parientes, en pequeñas comunidades, era el reducto que iba quedando al amor, pero se ha perdido. Y hoy en las parejas y en las familias y entre los parientes casi no habita el amor. Se está compitiendo. No se tiene tiempo. No se sabe cómo.
Hoy, como siempre, las sociedades requieren de dos mundos, el de la producción y el del cuidado de sus miembros, la caza y la casa. No se requiere exclusividad de roles en ninguno de ellos, pero se requiere volver a hacer más sanos a ambos. El mundo de la producción requiere hacerse más colaborativo, y menos competitivo. Y el del hogar requiere hacerse más comunitario y más amoroso. La tarea es difícil. Lo bueno es que tenemos que hacerla juntos: hombres y mujeres / mujeres y hombres. ¿Sabremos cómo? 
 

 
Aperrar, esforzarse, ser duro, cumplir, no quejarse, ¿es este un programa atractivo de vida? ¿Tiene sentido aceptarlo como costo para tener poder sobre la mujer? Me parece una transacción desventajosa. ¿Y tener poder sobre ella para qué? ¿Para pavonearse como el jefe del hogar?, ¿para tener derecho al biftec más grande, para que se le obedezca cuando le diga a los niños ‘vayan a acostarse’, para exigir satisfacción sexual cuando la mujer no lo desea? ¿Quién quiere ese poder? Este no es un programa del género superior, es una condena.
 
Y el que sea una condena se reconoce cuando en la calle posamos las miradas sobre hombres y mujeres. ¿Quiénes caminan más abatidos, más grises, más descuidados, más abandonados? Adivinaron, los hombres. ¿Quiénes se emborrachan y se deprimen en la población? ¿Quiénes se drogan más en el trabajo? Los hombres. Mientras las mujeres parlotean y ríen a carcajadas.
¿Y cómo ocurrió que se entienda al revés, y se considere que el hombre es el género dominante? Nunca he entendido por qué el hombre asumió en forma exclusiva salir a la caza dejando a la mujer el lugar del hogar, con la estimulante vida comunitaria, los olores y sabores de la comida, y el juego de los niños. Claro, está el tema de la fuerza física, pero ¿amerita eso una exclusividad en la función de caza? Claro que no, si hoy las mujeres –persiguiendo su liberación- sólo quieren ir de caza y, para no ser menos, ingresar a las FFAA.
La única hipótesis lógica es que, siendo la sociedad matriarcal previa a la patriarcal, con dominación de la mujer -tras la pérdida del Paraíso que era vivir de la recolección de frutos, un mundo sin esfuerzo laboral- , ella lo mandó de caza.
Ahora bien, lanzado a esa tarea menor, subordinada a la vida comunitaria regida por la mujer, empieza muy de a poco a constituir un espacio propio, no sometido al tutelaje directo de ella, inventa el arado, empieza a sumar dos más dos, comienza a crear al dios hombre, diseña las religiones patriarcales, crea la cultura y construye un espacio de poder en este mundo de exclusividad masculina, a espaldas de la mujer.
Con el tiempo, esta actividad simple y funcional de proveer alimentos fue desplazando el centro de gravedad de la vida humana, y se fue minimizando la vida comunitaria, reduciéndola a un espacio feudal, luego a la familia ampliada, más tarde a la familia nuclear y hoy a familia individual, quitando a las mujeres su reino.
Pero la dominación original es femenina. El hombre construyó un territorio propio por fuera del espacio de dominación femenina, como opción defensiva. Y a lo largo de los siglos se mantuvo esta tácita separación de los espacios de dominio: el hombre gobernando la producción, y la mujer, la casa.
Pero entonces ocurrió algo extrañísimo. La mujer creyó que el reino del hombre era bueno y salió a conquistarlo, desde la bandera de la igualdad de géneros. Y sus logros en corto tiempo han sido notables. Pero, ¿les ha hecho bien?
Un muy reciente informe del Ministerio de Salud señala que hoy en Chile las mujeres triplican a los hombres en síntomas depresivos, los duplican en problemas digestivos y los superan en trastornos del sueño y estrés. Quizás si hoy miramos en la calle, ya no encontraremos que son los hombres los más grises. Se ha logrado la meta. Nos hemos igualado.
Y ahora, ¿cuál es el pronóstico para esta nueva etapa en la relación entre los sexos? ¿Competir en quién lo pasa más mal, y entretanto permitir que los hijos crezcan abandonados? No se ve como un panorama muy promisorio.
 
 
A mi juicio, una de las ideas absurdas de los últimos tiempos ha sido la de la guerra entre los sexos. Como si faltaran guerras, para crear otra en el espacio que tendría que ocupar el amor. La relación de pareja, de familia, entre los parientes, en pequeñas comunidades, era el reducto que iba quedando al amor, pero se ha perdido. Y hoy en las parejas y en las familias y entre los parientes casi no habita el amor. Se está compitiendo. No se tiene tiempo. No se sabe cómo.
Hoy, como siempre, las sociedades requieren de dos mundos, el de la producción y el del cuidado de sus miembros, la caza y la casa. No se requiere exclusividad de roles en ninguno de ellos, pero se requiere volver a hacer más sanos a ambos. El mundo de la producción requiere hacerse más colaborativo, y menos competitivo. Y el del hogar requiere hacerse más comunitario y más amoroso. La tarea es difícil. Lo bueno es que tenemos que hacerla juntos: hombres y mujeres / mujeres y hombres. ¿Sabremos cómo? 
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Relaciones humanas
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