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Ene 26, 2016
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¿Qué es el proceso Big Mind?

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Proceso Big Mind Big Heart del Maestro Zen Genpo Roshi

El proceso Big Mind (Gran Mente) es el revolucionario proceso creado por el maestro zen Genpo Roshi. Genpo Roshi ha estado enseñando zen en América y Europa durante más de cuatro décadas, y su reto siempre ha sido cómo llevar la sabiduría oriental al mundo occidental.

 

Big Mind es un proceso que fusiona la psicología Jungiana, específicamente el diálogo de voces desarrollado a principios de los años 70 por los doctores en psicología Hal y Sidra Stone, con la Gestalt y la practica del Zen. Es un proceso que ayuda a dar voz a esas partes de uno mismo no conscientes, las que no se quieren ver y aquéllas (más transcendentes) que ni siquiera sabemos que existen. Con el objetivo de aprender a vivir de forma integrada, madura y coherente.

REAPROPIARNOS DE NUESTRAS VOCES

Lo que podemos hacer con lo que yo denomino proceso Big Mind es aprender lo fácil que es cambiar perspectivas. Cada uno de nosotros tiene un número infinito de puntos de vista. Me gusta decir que tenemos 10.000 estados mentales. Si un estado mental está ahí afuera, en el mundo (como el de Cristo, o Buda, o Teresa de Calcuta, o Hitler, o Bin Laden) también está en mí. Cualquier emoción que está ahí afuera también está en mi interior. Como aprendí desde el principio, entre los años 1983-84, de los doctores Hal y Sidra Stone y su trabajo con el Diálogo de Voces, cada uno de estos aspectos tienen su propia voz. De hecho, cada uno puede ser visto como una voz separada que tiene su propia perspectiva y función distintivas, una voz que quiere ser escuchada, que puede hablar, y que puede crecer y madurar para alinearse con la sabiduría y la compasión. Sin embargo, algunos de estos aspectos nuestros han sido despedidos. Los llamamos ‘voces desapropiadas’.

Ahora bien, a veces han sido despedidos por muy buenas razones. Ninguno de nosotros quiere quitarle la comida de la boca a un bebé hambriento, así que desterramos la posibilidad de ser siquiera capaces de estar motivados por tal desesperación. Repudiamos la posibilidad de poder llegar a pasar por encima de niños para conseguir el último aliento de aire en una cámara de gas. Pero recuerdo que la psiquiatra suiza Elizabeth Kübler-Ross dijo que supervivientes de los campos de concentración nazis le contaron que habían presenciado semejantes actos procedentes de gente buena y encantadora, y ella misma se dio cuenta de que contaba con el mismo potencial.

Saber que tenemos el potencial para lo mejor y para lo peor es absolutamente esencial para hacer este trabajo, porque vamos a hacer un recorrido por aspectos nuestros que están desapropiados. No hay nada malo en ti por negar aspectos tuyos. Es solo que no estás funcionando plenamente. A menudo, cuando descubrimos un aspecto desapropiado diremos: “yo no tengo ese defecto. Yo nunca me enfado.” O “nunca me pongo celoso”. O, incluso mejor, “yo no tengo ego, carezco de ego. He estado meditando durante mucho tiempo; he alcanzado la gran iluminación, y ahora no tengo ego.” Sí, claro. Esos aspectos han sido repudiados o negados.

Cuando una voz es desapropiada se convierte además en una sombra. Cuando es una sombra, no la vemos en nosotros; sin embargo la vemos en otros. Vemos ese aspecto en otros y no nos gusta. En realidad nos irrita o, lo que es peor, nos enfurece. Cuando vemos a alguien que actúa de forma ignorante o con prejuicios, y esa voz está desapropiada en nosotros, nos indignaremos. De hecho podemos llegar a odiar tanto a esas personas que odian a otras personas que querremos matarlas. Esto ocurre porque el aspecto del prejuicio ha sido desapropiado en nosotros. Cuando una voz es desapropiada, actúa encubierta. Actúa clandestinamente, y la única persona que no se da cuenta cuando digo que yo no me enfado soy yo. Todos los demás son conscientes de lo enfadado que estoy todo el tiempo, pero yo no lo veo. Esa es una voz desapropiada. O todos los demás ven que me pongo celoso al instante, pero yo no lo veo. “Yo nunca me pongo celoso. Nunca tengo envidia. Le deseo a todo el mundo lo mejor.” Seguro que sí. Lo mismo pasa con el narcisismo. “Yo no soy narcisista, pero hay un montón de ellos por ahí. Dondequiera que ponga los ojos veo narcisistas; todo gira en torno a ellos. Se meten en esas prácticas espirituales, como el zen, donde solo se preocupan de sus ombligos. ¡Son tan narcisistas! Yo no soy narcisista, porque estoy ahí afuera, en el mundo, y estoy trabajando y haciendo cosas muy importantes.”

Ocurre que cuando empezamos a dar voz a una parte nuestra desapropiada la traemos de vuelta al sistema. Es como si hubiera sido despedida y estuviera a la puerta de piquete, ahí afuera, trabajando contra la compañía. La traemos de vuelta; le damos una descripción de su trabajo, y ahora es un compañero feliz. Quiere hacer muy bien su trabajo, quiere funcionar a un nivel óptimo. Cuando anda por ahí, sin empleo, está cabreado y trabajando contra el sistema. Y después nos preguntamos por qué sufrimos. ¿Por qué nuestra vida no está llena de felicidad y gozo?

Puedes pensar que descubrir estas voces desapropiadas puede ser desagradable, vergonzoso, o todavía peor. Por el contrario, el proceso de apropiarlas es en realidad muy emocionante. De hecho, es una de las cosas más apasionantes que puedes hacer. Me puedo imaginar que es incluso mejor que saltar de un avión, aunque yo nunca lo haya hecho. Ahora, esto no ocurre de inmediato. El proceso de reintegrar una voz desapropiada puede llevar tiempo. Es como plantar una semilla que ha de ser regada y nutrida hasta que germine. Aun así, la razón por la que es tan emocionante es que empezamos a sentirnos a nosotros mismos más completos, y no hay mayor placer que experimentarte a ti mismo como un ser humano que funciona plenamente.

Por tanto necesitamos encontrar un modo de apropiarnos de nuestras voces desapropiadas. A veces el modo de averiguar cómo dar voz a uno de nuestros aspectos desapropiados es escuchando a otros que no lo hayan desapropiado. Yo tenía un aspecto que durante décadas estuvo tan completamente desapropiado que incluso cuando descubrí que estaba desapropiado no pude darle voz. Era el placer. Lo desapropié cuando tuve mi primera apertura zen en 1971. Lo que no comprendí entonces es que cuando tuve mi primer despertar desapropié un grupo completo de voces. Es como si despidiera a la mitad de la compañía.

Un año más tarde, esta idea que tenía sobre el placer fue reforzada cuando escuché a mi maestro, Maezumi Roshi, decir que la práctica del zen no es sobre el placer o ser feliz. Os diré más voces que desapropié: competición, celos, envidia, toda la mentalidad relacionada con el mundo de los negocios –buscar, esforzarse, progresar económica y materialmente (pero, por supuesto, no espiritualmente)–. Así que todo lo que desapropié pasó a la clandestinidad, y se presentó en mi vida en manifestaciones encubiertas. Dondequiera que mirara veía gente competitiva, veía gente ambiciosa, veía gente buscando dinero, fama y fortuna, y yo estaba por encima de todo ello. La única cosa que parecía tener algún sentido era conocerse mejor a uno mismo y ayudar a otros. Ahora, ¿es eso malo? No. ¿Me mutiló? Sí. ¿Tuvo un efecto negativo? Sí.

Hace algunos años me di cuenta de que era hora de volver a entrar en contacto con mi propia voz del placer, pero para aquel entonces había escuchado a tantos maestros (incluyendo al mío propio, Maezumi Roshi) decir que la práctica del zen no era sobre el placer o la felicidad que la voz estaba totalmente desapropiada en mí. De modo que pedí ayuda a uno de mis estudiantes más veteranos, para quien el placer definitivamente no estaba desapropiado. Lo que hice fue muy astuto e ingenioso. Le pregunté si le importaría que le facilitara. “Por supuesto”, contestó, “puedes facilitarme.” Así que le dije: “¿Me permitirías facilitar la voz del placer?” “¡Sí, claro!” Él puede sacar placer de cualquier situación, de modo que le pedí que hablara como la voz del placer ante una buena comida. “Tomo un bocado de mi delicioso chuletón. ¡Oh, Dios, qué bueno está!” Suspira. “Oh, Dios mío, está tan tierno, es tan sabroso; es la mejor pieza de carne que nunca he…” Entonces bebe un sorbo de vino. “¡Oh, qué vino tan bueno! ¿¡Qué es esto, una botella de doscientos dólares!?” “No, vale veinte dólares.” “¡Oh, Dios, está tan bueno!” Después le da una calada a su puro. “¡Oh, Dios mío, esto es mejor que ningún habano que haya fumado en mi vida!” Y siguió y siguió y siguió, y yo escuchaba con mucha atención. Después le dije: “¿Me facilitarías tú ahora la voz del placer?” Lo hizo, y no me salió nada. Entonces empecé a recordar lo que él había dicho, y empecé a imitarle. Empecé simplemente por decir las mismas palabras y enseguida cogí el ritmo y fui capaz de encontrar la voz del placer. Desde entonces he sido mucho más feliz.

En nuestro interior no solo tenemos voces que han sido desapropiadas, sino que además tenemos voces que nunca han sido apropiadas. En otras palabras, tenemos aspectos dentro de nosotros que nunca han sido despertados. Nunca les hemos abierto la puerta y permitido salir, pero están ahí. Se encuentran tan presentes como lo están la ira o el miedo o los celos o el odio o el gozo o el placer. Son igual de reales. Tienes en tu interior aspectos de tu ser que van más allá del ser, que trascienden el ser, tales como la mente despierta –lo que yo denomino ‘Big Mind’ (Gran Mente), o ‘Big Heart’ (Gran Corazón).

Fuente: blog.escuelatranspersonal.com

Article Categories:
Desarrollo evolutivo
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