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Jul 26, 2019
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MUJER ÚNICA Y REPETIBLE

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Eva Duarte de Perón. MUJER ÚNICA Y REPETIBLE en cada ser humano.

A 67 años de su fallecimiento. Eva Duarte de Perón, “No debe ser muy difícil morir por una causa que se ama. O simplemente: morir por amor”.

Porque hizo de la justicia social un camino hacia el desarrollo con derechos e igualdad de oportunidades para todos, a 67 años de la muerte de esa muchacha que un día emigrara de su pequeño pueblo, a la que sólo siete años le fueron suficientes para entrar en la historia

Así como supo ganarse el cariño de sus “descamisados” centrando su atención en los males sociales –como puede leerse en mi artículo sobre su nacimiento en la edición del pasado 7 de mayo–, la señora Eva Duarte de Perón supo ganarse el rechazo de las directivas de la oligárquica Sociedad de Beneficencia. Por su origen popular, por haber sido actriz y por su fidelidad a los trabajadores organizados en el peronismo, le negaron la presidencia de la Comisión Directiva de esa institución, poniendo como excusa su juventud; de los partidos políticos opositores por la ausencia de libertades en el funcionamiento de las instituciones republicanas; y de la Iglesia al decir, por ejemplo, que “el estómago de los pobres no se llenaba yendo a orar y comulgar a las iglesias”; y también de los militares, quienes la obligaron a renunciar a la candidatura a la vicepresidencia de la Nación, temerosos de que en caso de muerte de su esposo, ella pasara a ocupar el cargo de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

Esas actitudes no le fueron perdonadas, y los llamados “contreras” llegaron a escribir: “Viva el cáncer”,en alusión al cáncer de útero que padecía “esa yegua vestida de señora”, como solían llamarla los dirigentes de la oposición.

Evita recibe numerosos homenajes; en el Cabildo Abierto del Justicialismo del 22 de agosto de 1951 comunica su  renuncia a la vicepresidencia de la Nación; el 28 de septiembre el Ejército, la Marina y la Aeronáutica, bajo el mando del general retirado Benjamín Menéndez, intentan derrocar al presidente Perón; el 11 de noviembre más de 3.500.000 mujeres votan por primera vez en el país; el 1° de mayo de 1952, una Evita “llagada, lacerada por intensos dolores”, da lo que sería el último discurso ante el pueblo, del cual extraigo los siguientes párrafos

Mis queridos descamisados: Otra vez estamos aquí reunidos los trabajadores y las mujeres del pueblo; otra vez estamos los descamisados en esta plaza histórica del 17 de octubre de 1945 para dar la respuesta al líder del pueblo, que esta mañana, al concluir su mensaje dijo: “Quienes quieran oír, que oigan, quienes quieran seguir, que sigan”. Aquí está la respuesta mi general. Es el pueblo trabajador, es el pueblo humilde de la patria, que aquí y en todo el país está de pie y lo seguirá a Perón, el líder del pueblo, el líder de la humanidad, porque ha levantado la bandera de redención y de justicia de las masas trabajadoras; lo seguirá contra la opresión de los traidores de adentro y de afuera, que en la oscuridad de la noche quieren dejar el veneno de sus víboras en el alma y en el cuerpo de Perón, que es el alma y el cuerpo de la patria. Pero no lo conseguirán como no han conseguido jamás la envidia de los sapos acallar el canto de los ruiseñores, ni las víboras detener el vuelo de los cóndores. (…)

Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista. Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras; entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias; porque nosotros vamos a cuidar de Perón más que si fuera nuestra vida, porque nosotros cuidamos una causa que es la causa de la patria, es la causa del pueblo, es la causa de los ideales que hemos tenido en nuestros corazones durante tantos años. (…)

Yo quiero hablar hoy, a pesar de que el general me pide que sea breve, porque quiero que mi pueblo sepa que estamos dispuestos a morir por Perón y que sepan los traidores que ya no vendremos aquí a decirle “presente” a Perón, como el 28 de septiembre, sino que iremos a hacer justicia por nuestras propias manos. (…)

El 7 de mayo Evita cumplía 33 años y el Congreso le concede el título de “Jefa Espiritual de la Nación”. Estaba muy flaca, no se sentía nada bien, y unos días después, el 4 de junio, con mucho esfuerzo de su parte, acompaña a Perón en el acto de juramento de su segundo mandato constitucional, sin saber que iba a ser su última aparición en público.

La noche del 26 de julio, la radio interrumpe la programación para dar la noticia que miles de argentinos deseaban escuchar antes de morir, y otros miles no querían escuchar mientras vivieran: “La Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia cumple en informar que a las 20 y 25 la señora Eva Perón entró en la inmortalidad. Las emisoras continúan con sus respectivos programas.”

Durante los 16 días que duró el velatorio de Evita, el país se paraliza. Una multitud doliente hace largas colas para verla por última vez y rezar por su eterno descanso. Las radios emiten música sacra y se leen fragmentos de su libro. El Congreso Nacional convirtió los territorios de La Pampa y el Chaco en provincias, cambió sus nombres por los de Eva Perón y General Perón, respectivamente. Las cámaras de la legislatura de la provincia de Buenos Aires sancionaron una ley que cambiaba el nombre de la ciudad capital de La Plata por Eva Perón.

Después de ser embalsamada, enterrada en las oficinas centrales de la CGT; y secuestrada hasta el regreso de Perón al poder en 1974, hoy sus restos permanecen en la bóveda que la familia Duarte posee en el cementerio de la Recoleta, y, aunque nadie puede ver el féretro que contiene su cuerpo, porque está en un recinto blindado, sigue siendo una de las tumbas más visitadas por gente del país y del extranjero, que le llevan flores y le escriben cartas.

Es que Evita sigue presente en la memoria popular por aquellos que en el hipódromo de Buenos Aires le gritaban a Aramburu y Rojas –a quienes ella cree que había que haberlos fusilado– “Cobarde y ladrón lo queremos a Perón”; en los dirigentes sindicales, que ante la disolución de la fundación, lograron mantener y ampliar el sistema de protección social; y en el aramburazo, por el secuestro de su cadáver y como responsable de los fusilamientos de 27 militares y civiles peronistas, el 9 de junio de 1956: “Con los huesos de Aramburu/Vamos a hacer una escalera/Para que baje del cielo/Nuestra Evita Montonera”. En los militantes de la juventud peronista, gritando el día del triunfo del FREJULI: “Se siente, se siente, Evita está presente”, mientras se dirigían a la cárcel de Villa Devoto para asegurar la liberación de los presos políticos; y el 1º de mayo de 1974 en la Plaza de Mayo: “Si Evita viviera, sería Montonera”; “Evita hay una sola, no rompan más las bolas“, “Si Evita viviera, Isabel sería copera”. En las voces de los que gritan “presente” cuando se mencionan los nombres de los jóvenes militantes asesinados por la dictadura militar; aplaudiendo al movimiento obrero en las huelgas generales entre el 2 de abril de 1979 y el 30 de marzo de 1982, cuando gritaba en las calles: “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”, porque a pesar de las críticas recibidas tuvo la inteligencia y las agallas para sacar a flote su estructura organizacional; en la vuelta a la democracia, en el decreto que instituyó la Asignación Universal por Hijo, en los billetes de cien pesos con su rostro, en un público más variado que el de su época, interesado por el peronismo a través de distintas manifestaciones en el campo de la cultura popular, y en las manifestantes del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Porque hizo de la justicia social un camino hacia el desarrollo con derechos e igualdad de oportunidades para todos, a 67 años de la muerte de esa muchacha que un día emigrara de su pequeño pueblo, a la que sólo siete años le fueron suficientes para entrar en la historia, yo deseo, como hombre que rechaza el olvido, siga Usted, compañera Evita, descansando en paz en altares con su retrato iluminado por velas, frente al cual mucha gente le seguirá rezando y pidiéndole por ellos y sus seres más queridos, como lo hizo en vida mi abuela Dolores Ríos, en su humilde habitación de la calle Saavedra 701, en la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires.

 

Fuente: www.perfil.com / Ángel Cabaña

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