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Sep 25, 2015
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El valor del perdón

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El valor del perdón

A lo largo de la historia, el perdonar siempre estuvo vinculado con un cierto orden moral o religioso. Sin embargo, hoy en día, el perdón se convirtió en un tema de interés científico, promovido fundamentalmente por la psicología positiva, que cree conveniente destacar las fortalezas y los aspectos “salugénicos” del hombre como un paso próximo a la sanación. Investigaciones llevadas a cabo en los últimos 10 años certifican que quien perdona o pide perdón mejora su salud física y mental. Se cree que el perdón aumenta la autoestima e influye en la superación de estados depresivos y sentimientos de duelo; puede evitar, incluso, desajustes cardiovasculares.

Martina Casullo, doctora en psicología e investigadora del Conicet, fue una de las promotoras de la investigación de este tema en la Argentina. En 2006, condujo una encuesta realizada a 1715 personas de la Capital y el Gran Buenos Aires, sobre la importancia de perdonar y las razones para hacerlo. Por entonces, se supo que gran parte de la gente considera que perdonar es importante y que las mujeres perdonan más que los varones (95%, frente al 88% de los hombres). Ellas perdonan para, eventualmente, ser perdonadas, y consideran el perdón como un indicador de inteligencia. Los hombres suelen perdonar para olvidar y seguir adelante.
Los que no creen en la posibilidad del perdón se sienten limitados y se justifican diciendo que “es difícil perdonar y pedir disculpas”,  “el rencor puede ser más fuerte”, “depende de la situación”, “no vale la pena”, “sólo Dios perdona” .
Los autores que investigan sobre «la figura del perdón» tienen dificultades en definir si perdonar es una capacidad, una virtud o un aspecto de la personalidad, sostiene Javier Camacho, doctor en Psicología Clínica (UBA) y director de la Fundación Foro.
Camacho explica que “El perdonar es un proceso interno que se permite la persona perjudicada. Es un trabajo tan personal e individual que, a veces, no es necesario que quien haya provocado el daño pida perdón. Muchas veces, el victimario no quiere o no puede disculparse, ya sea porque no tiene la capacidad para hacerlo o porque ya no está presente, porque se ha ido o ha muerto. Sin embargo, pese a que nunca exista el pedido, hay quienes necesitan y pueden perdonar.”
Es un tema subjetivo
En este mundo del pedir perdón o perdonar siempre existe una víctima y un victimario. Alguien se siente agredido o dañado por un otro, intencionado o sin ánimo de haber transgredido ninguna norma o regla de convivencia. Es un escenario tan subjetivo que puede estar embarrado por extremas evidencias así como apenas salpicado por sutilezas insignificantes. Cuántos amigos, parejas y familias se perdieron porque alguien no supo perdonar o pedir perdón a tiempo.
Por supuesto que hay situaciones muchísimo más difíciles de perdonar que otras. No se puede comparar, por ejemplo, el perdón de un padre al asesino de su hijo, que el perdón que pueda merecer quien nos haya robado, mentido o engañado.
Hay tantos niveles de perdón y posibilidades de perdonar como emociones, afectos, recuerdos y sentimientos puedan implicarse entre las partes. Más allá de las subjetividades, el perdón esconde un acto supremo de sanación personal.
Liberarse de resentimientos
Varios estudios coinciden en que el pedir perdón/poder perdonar se vincula con la posibilidad de renunciar a sentimientos de enojo y resentimiento. Quien perdona se libera de un vínculo de apego negativo con aquella experiencia traumática. La persona logra neutralizar o darle un significado positivo a lo que pudo haberlo dañado.
Si se logran desarrollar sentimientos positivos hacia quien fue percibido como ofensor, la persona puede o no intentar una reconciliación. Por ello, estos autores no consideran que reconciliarse sea una parte necesariamente constitutiva del hecho de perdonar.
Javier Camacho sostiene que “El perdón es liberador y libera a quien perdona. Se vive como un desprenderse de una mochila, de un peso, de una carga muchas veces insoportable. Recuerdo haber leído hace muchos años a Louise Hay…contando su propia experiencia de perdonar a su victimario, que había abusado sexualmente de ella, y lo liberador y sanador que fue poder perdonarlo…Louise se convirtió con los años en una famosa escritora estadounidense que popularizó los libros de autoayuda y superación personal.”
Todo indica que perdonar libera la memoria y nos permite vivir en el presente, sin idas y vueltas a ese pasado doloroso.
Así como perdonar no significa recomponer vínculos (reconciliación), poder perdonar no excluye la opción de reclamar justicia. Perdonar no es justificar, excusar u olvidar. Perdón no implica indulto, pero tampoco debería promover el ánimo de venganza. Desde el punto de vista psicológico, hay tres caminos de manejar el odio, el resentimiento y la bronca: negarlo, vivir enojados, perdonar.
La capacidad de perdonar
¿Por qué unos pueden perdonar o pedir perdón y otros no?
Habrá muchos motivos. Tantos, como historias posibles de afecto y desengaño.
Más allá de la gravedad de los hechos que pudieran merecer el perdón, está la capacidad o grado de dificultad de las personas involucradas en el acto.
Hay personas que tienen dificultades intrínsecas, se ofenden fácilmente y suelen ser más resentidas otras, en cambio, suelen tomar las situaciones de perjuicio en forma más suave y pueden perdonar con mayor facilidad.
Las razones para perdonar no tienen mucho que ver con la empatía o el altruismo. En general, se asocia el perdonar con la superación de sentimientos negativos, y se lo concibe como una manera de sentirse mejor con uno mismo.
El especialista Camacho, considera que “Hay personas que piensan que no pueden perdonar, que no saben, que todavía es muy doloroso; es importante que se puedan desprender de eso que les genera tanto dolor; es fundamental explicarles los beneficios que genera esa acción”
Se piensa que los narcisistas, los egoístas, o el que pasa por la vida compitiendo sin permitirse la más mínima capacidad de fallar, no son compatibles con la posibilidad de descubrir los beneficios del arte del perdón.
El desarrollo de la capacidad de perdonar debería integrar programas de promoción y prevención de la salud, porque son muchas las personas que podrían beneficiarse si tuvieran la posibilidad de hablar y reflexionar sobre el tema.
El pedir perdón-perdonar,  ¿se hereda?, ¿se enseña?, ¿se aprende?, ¿se nace?, Nadie puede comprobarlo. Pero algo de todo esto hay en el camino del hombre, repleto de aciertos y errores, en busca del bienestar y la felicidad.
Si, como hoy certifica la ciencia, “perdonar nos acerca al bienestar y a la felicidad”, la terapia del perdón se impone para quien se precie de cierta inteligencia y talento emocional.
Decía Mark Twain: “El perdón es el perfume de las violetas en el taco de quien acaba de pisarlas”.
Article Categories:
Desarrollo Personal
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