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May 4, 2010
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Camino de autoconsciencia

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Vida, consciencia y éxtasis

Gran parte de las filosofías y cosmologías, tanto de oriente como de occidente,
hacen del concepto” conciencia” como la cúspide evolutiva de la vida. Es decir, que el proceso natural de los organismos vivos, en un tiempo cósmico, es llegar a manifestar “conciencia” en sus actos, movimientos y conducta en general. El problema se presenta cuando intentamos buscar acuerdo y consenso en torno a estas palabras y fenómenos como son la vida, la conciencia, el ser etc.

Fuente: www.cecop.cl

 

Todos tenemos una idea básica de lo que es o son, pero es muy difícil objetivizar el
concepto. Cada corriente científica y epistemológica tiene su definición y su forma
de interpretar estas realidades. En estas líneas no trataremos de definir o buscar
explicaciones semánticas a estos procesos esenciales, sino que abordaremos el
problema desde una perspectiva vivencial.
Quisiera partir estas reflexiones expresando que estamos siempre rodeados
por la VIDA. Vivimos inmersos en la vida, tanto por fuera como por dentro. No
existe algo NO-VIVO, lo inerte o inorgánico, lo que aparentemente no se mueve a
nuestros sentidos, está también vivo, solo que la conciencia que vive en lo inerte
está más distante de su expresión final , que es la conciencia en sí misma. Nada está
inerte en el universo, todo se mueve, evoluciona o vibra de alguna forma. La quietud
absoluta no existe. Todo es cuestión de grados o niveles de vida, movimiento o
vibración. Los niveles son infinitos. Al respecto me parece muy claro el ejemplo que
un hombre sienta estos procesos en torno suyo, que perciba esa sutil música del
movimiento y de la vida universal, a través de su armonía interna y de una afinada
autoconciencia, pues ese hombre está experimentando un éxtasis permanente. Vive
y todo su ser vibra con este resplandor de sentir y contemplar la magnificencia de la
creación que le rodea.
En nuestro nivel de desarrollo, se inicia el camino de la autoconciencia con
pulsiones e intuiciones rechazadas por el individuo la mayor parte del tiempo, pero
si hay contenido interior, se hacen más y más fuerte, hasta que llega el momento de
la verdadera experiencia consciente. Es un momento cumbre en que la vida oculta,
intrínseca, profunda, aflora a la existencia del homo sapiens. Es una experiencia
indefinible y demarcatoria, definitiva; de ahí en adelante no hay vuelta atrás.
Si en esos momentos estamos alerta, estos se hacen cada vez más frecuentes;
y al orientar el hombre su conciencia hacia el misterio de la vida que le rodea, una
vez que ha aprobado la alegría de la comprensión, la seguridad y el amor que esa
vida otorga, el individuo se siente incómodo con la vida cotidiana y rutinaria, fuera
de lugar. No tiene lugar ni en este mundo ni en el otro. Está en la tierra de nadie y ya
no es hombre ni vida, por unos momentos de transición. Es el llamado del infinito
que nos habita, que nos vive. Es el llamado de la vida, que una vez oído, aunque sea
por una fracción de segundo, marca para siempre al que lo escuchó. Una vez que el
hombre escuchó y acató el llamado de su ser interior, de la vida que él es en esencia,
ya no es libre. Pierde su libertad mecánica y mundana. Pues el llamado del ser se
hace cada vez más fuerte, y el hombre se siente, tarde o temprano compelido a
interiorizarse y tratar de llegar conscientemente a degustar esa vida que no es de
este mundo. Entonces el hombre recobra su libertad real, amplificada millones de
veces. El miedo se disuelve. Desaparece la muerte. Aparece solo la luz de la
conciencia en su esplendor máximo. El hombre crece, madura y ve vida por doquier,
incluso en el aire y en las cosas aparentemente inertes. Pues conscientemente, se ha
unido a la GRAN VIDA QUE ES. Desaparece pasado y futuro y aparece el eterno
presente. La libertad que comienza a gozar es ultérrima e inmortal. A esto nos
referíamos más arriba con la experiencia del éxtasis.
Viviendo centrado en el SER, que es el camino de la autoconciencia, el hombre
siente que el SER que lo mueve a él es el mismo que mueve a TODO. Ve que todo no
es sino de LO MISMO en diferentes formas. Aprende a visualizar el ser interno de las
formas aparentes que ve con sus sentidos físicos y observa que hay un nexo
indestructible entre su centro y el de los demás, sean cosas, personas, animales o
planetas, pues el MISMO CENTRO, LA VIDA, expresada de formas diferentes.
Desaparece la separatividad del Ego, la dicotomía y los opuestos.
El hombre que vive esto, está redimido, salvado. Por lo tanto él Sabe……
Sabe que su vida personal es en realidad una ilusión. Pasa de vida personal a
Vida Plena, integrada, consciente; encuentra a su verdadera dimensión y descubre
la realidad completa. Observa que la mano del poder está absolutamente en todo lo
que ve y lo que no ve, aún en la creación de ese yo ilusoriamente separado, que
utiliza como ejercitante de su conciencia.
El camino hacia la Profundidad del Ser no termina. Es infinito. Es el camino
hacia la verdad, que no termina hasta que el ser individual se convierte en universal.
No sé si esto pueda ocurrir u ocurre en el estado humano encarnado. Intuyo que sí,
sin embargo, creo que estamos lejos aún, con excepción de algunas individualidades
extraordinarias que han pisado y pisan nuestro planeta, de alcanzar ese nivel.
Mi experiencia me señala que cuando he creído que he llegado a algún fondo,
era solo una puerta o una valla y que la profundidad continuaba más allá hasta
hacerse infinita e insondable.
El género humano posee una variedad evolutiva desde el alma más primitiva
hasta llegar a un espíritu Crístico. Esto es una muestra de la enorme diversidad de
formas que utiliza la vida para manifestarse.
La vida, el principio “consciencia” es libre, absolutamente libre. La única no
libertad la pone el hombre inconsciente de si mismo, el hombre que no ha
vivenciado su centro, el hombre cuya consciencia vive en lo externo. Por externo me
refiero a todo lo que no es El Centro. Todos nosotros vivimos habitualmente en lo
externo: el yo personal con sus conflictos, deseos, miedos, y egoísmos, que centra la
vida a su alrededor, creyendo que el universo y la creación están a su servicio,
siendo exactamente al revés en la realidad: la vida personal es la que se debe poner
al servicio de la gran VIDA. Esa vida personal en realidad fue creada solo con ese
objetivo. El Amor de la vida se dirige siempre hacia la vida misma y no al yo
personal ilusoriamente separado. A medida que esta individualidad se dirige más y
más al centro, recibe más y más amor impersonal y lo refleja. Es como un círculo
que se amplifica cada vez.
Quisiera plantear también que las enfermedades físicas y psíquicas no son
sino grados de alejamiento del SER, de la vida. Mientras más cerca está un hombre
de su Ser Interior, menos se enferma y es más sano física y psicológicamente.
Además, irradia salud y contagia vida a su alrededor, justamente por ser un canal
más limpio. Y gana en salud en la medida que su trabajo interior, su propio esfuerzo,
lo va acercando a su Ser Interior, a su verdadera Esencia.
Por lo tanto me atrevo a redefinir lo que es salud. Para mí salud es SER, no la
ausencia de enfermedad, sino que salud es la presencia de la Vida. Mientras más
cerca estoy de la fuerza conciencia de la vida, más salud tengo. Salud es simplemente
SER, VIDA, AMOR. Mientras más conciencia, más vida corre por mis instrumentos y
más salud se hará presente en nuestro ser.

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Desarrollo Personal
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