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Jun 20, 2016
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Una vida iluminada comienza en la mente

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Vivir. Ser feliz o miserable. Rey o súbdito. Estar dormido o despierto. Todo, la vida y sus imágenes pasan por la mente. Ella es aliada o enemiga a lo largo de todo el camino. En mi artículo ¿qué es meditar? invito al lector a esperar este post, convertir la mente en nuestra aliada. Mi explicación se apoya en el tipo de meditación que practico desde hace dos años, el camino del guerrero o meditación Shambhala. Anterior a la meditación he practicado aproximadamente durante más de quince años la oración mental y la oración rezada, es decir la repetición de palabras, o lo que en el Tibet se conoce como mantras.

Las enseñanzas Shambhala fueron traídas a Occidente por Chogyam Trungpa, tibetano y fundador del aprendizaje Shambhala. A lo largo de los últimos años se han hecho famosas por su simplicidad y su eficacia. Personalmente han transformado mi vida y me han ayudado a conocer aspectos de mi misma que nunca conocí por medio de la oración. Desde mi experiencia creo que cuando oramos a Dios pedimos que suceda algo; cuando meditamos sin intención de manifestar nada, nos permitimos experimentar el flujo de la vida y la experiencia específica de ser persona. La oración te conecta a Dios; la meditación te descubre el sentido de la vida y de ser consciencia pura. Pero no voy a desviarme.

Sakyong Mipham, actual líder de Shambhala dice sobre la mente “la mente es como un caballo salvaje, la seguimos impotentes dondequiera que vaya”. Es cierto ¿cuántos complejos no se han formado en la infancia?, ¿cuántas amistades rotas a causa de la imaginación?, ¿cuánto sufrimiento porque no se alcanza o logra lo que se quiere? ¿cuánto pelearse con tener y perderse el ser? ¿cuánto perderse la intensidad del momento presente por estar pensando en lo que te hicieron los demás?

Todo se elabora, procesa y proyecta desde la mente, por ello, desde muy pequeños, deberíamos enseñar a nuestros niños, además de orar, a meditar. Es decir, ayudarles a relacionarse con ellos mismos y a cultivar un jardín de compasión, aceptación y asombro ante la persona que es cada uno. De esta forma les aseguramos un mejor manejo del sufrimiento, puesto que éste nunca podrá evitarse ya que es una experiencia que cada ser humano va a tener inevitablemente en algún momento de su existencia.

En la quietud apacible o samatha como se conoce en Shambhala, o visión lúcida como se conoce en Vipassana vamos a hacer el trabajo de purificar nuestra mente. Esto solo puede hacerse en el silencio, pegado a la tierra y teniendo como objeto de estudio la entrada y salida de la respiración. Meditar, observar la entrada y salida de la respiración permite encontrarse frente a sí mismo observando sus propias neurosis, preocupaciones, rencores, envidias, vacíos, locuras.  Meditar calma la mente.

Recientemente hice mi segundo retiro de silencio en este año cuya duración fue de siete días. Al principio no comprendía porque estaba tan ansiosa. Hubo un día en el que quería salir corriendo del centro de retiro. Mi ego/orgullo me decía, ¿qué vienes a perder el tiempo aquí? ¿qué de toda esta gente que no conoces? ¿acaso no ha sido este tu año más terrible? Felizmente, me tocó una coordinadora de retiro que me dio la confianza suficiente para arroparme como una madre y decirme que todo era normal, que todo pasaría. Hacia el quinto día de silencio podía darme cuenta de la quietud apacible de mi mente y de las floridas revelaciones de mi subsconsciente. El sexto día tuve una maravillosa experiencia en el momento en que mi mano tocaba la tierra, comprendía ser un océano de amor, vacío y bondad esencial para el mundo. Lloré en aquel sagrado lugar donde otros 24 meditaban junto a mí. Me sentía apoyada, querida, aceptada y amada por todos ellos. Nunca supe porque lloraba.

Esto es lo que pasa cuando permitimos que el silencio se haga presente en nuestra vida. En la quietud apacible asentamos la mente en el momento presente. Colocamos la mente en la respiración y practicamos manteniéndola en ella. Cuando los pensamientos y emociones nos distraen nos damos cuenta de ello, observamos, reconocemos, soltamos. Así vamos entrenando la mente y vamos haciéndonos amiga de ella, de nosotros mismos. Reconocemos que todo está bien. Que el mundo es bueno y maravilloso. Que todo es experiencia y que convertir la mente en nuestra aliada consiste en aprender a vernos tal y como somos.

Fuente: www.inspirulina.com

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Desarrollo Personal
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