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Nov 29, 2010
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Optimismo

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Optimismo: La vida es bella…pero no es fácil

En el lenguaje común se entiende por optimismo la propensión a juzgar y a ver las cosas en su aspecto más favorable. En la literatura de auto-ayuda se tiende a considerarlo como sinónimo de «poder mental positivo”, es decir, el que se logra a fuerza de repetirse uno mismo, una y otra vez hasta autoconvencerse, que todo irá bien, independientemente de cómo estén marchando las cosas en la realidad.
En psicología, el optimismo-pesimismo tiene un significado distinto y más específico que los anteriores: alude a la forma en que nos explicamos a nosotros mismos los contratiempos, el fracaso y la adversidad.

Fuente : www.ligasmayores.bcn.cl

 

Martín Seligman, el fundador y líder del movimiento Psicología Positiva, sostiene que el pesimismo es un estilo de pensamiento caracterizado porque la persona se explica la adversidad como algo permanente (“esto que me ocurre me seguirá ocurriendo siempre”), universal (“esto afectará todos los aspectos de mi existencia”) y personal (“yo soy la causa de todo este mal”). Esta forma de pensamiento da como resultado la indefensión y la desesperanza. La persona se convence de que cualquier esfuerzo resultará inútil para cambiar las cosas.
Por el contrario, el estilo optimista de pensamiento explica la adversidad como transitoria (“en algún momento esto pasará”), específica (“este evento negativo no destruye toda mi vida”) y externa a la persona (“no soy yo el culpable de que esto ocurra”). Esto permite mantener viva la esperanza y sentir que es posible el cambio. La esperanza hace que la persona esté dispuesta a ponerse de pie, a continuar desplegando esfuerzo, a buscar alternativas y a persistir frente a la adversidad.

Optimismo, resiliencia y significado.

El análisis de casos y relatos de personas que han sobrevivido con éxito experiencias extremas (guerras, naufragios, desastres naturales, violaciones, reclusión en campos de concentración, enfermedades terminales) han llevado a los expertos a acuñar el concepto de “resiliencia”. El término proviene de la física de los materiales y es usado en psicología para referirse a la capacidad de recuperación frente a la adversidad. La mayor o menor resiliencia depende estrechamente del tipo de explicación que la persona se dé para su tragedia. A mayor optimismo, mayor resiliencia.
Conclusiones similares y complementarias con los hallazgos de los psicólogos cognitivos surgen de la psicología de corte existencial. Viktor Frankl (“El Hombre en busca de sentido”), sobreviviente de los campos de concentración durante el Holocausto, estuvo sometido a las experiencias más extremas a que puede estar sujeto un ser humano: padre, madre, esposa, hermano, todos inmolados; él mismo, permanentemente a pocos pasos de su propio exterminio. Sin embargo, logra salir con vida y sale «bien», es decir, sin los desórdenes psicológicos conocidos como PTSD (siglas en inglés para el fenómeno conocido como Desorden por Stress Postraumático). Su estrategia de supervivencia fue la actitud personal ante las circunstancias a que estuvo expuesto durante su prisión: darle un sentido al sufrimiento. «El prisionero que perdía la fe en su futuro estaba condenado… Con la pérdida de la fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía y se convertía en sujeto de aniquilamiento físico y mental… y se convertía en presa de la enfermedad… y moría». La verdadera razón de su muerte era la pérdida de la esperanza por la ausencia de todo significado.

Claudio Ibáñez

Article Categories:
Relaciones humanas
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