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Ene 29, 2016
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La amigdala NO es el centro cerebral del miedo. Hallazgos y conclusiones

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He  estado estudiando la amígdala desde hace más de 30 años. Cuando comencé, la investigación de esta región del cerebro era un campo solitario. El hipocampo era más interesante, y a veces me sentía celoso de la atención que se prestaba debido a su contribución a la memoria. Ahora, es la amígdala la que se encuentra en el candelero.

Esta pequeña nuez neural ha pasado de ser una oscura área cerebral a ser una expresión familiar, casi un sinónimo de “miedo”. Y, para mucha gente, mi nombre-también- es prácticamente un sinónimo de “miedo”. Se entiende que soy quién ha identificado la amígdala como el centro cerebral del “miedo”, Pero, yo no he hecho eso, ni nadie lo ha hecho.

La idea de que el miedo reside en la amígdala es -eso- una idea. No es un hallazgo científico sino una conclusión basada en una interpretación de un hallazgo. ¿Qué hallazgo, qué interpretación, y de donde sale esta interpretación?

 

El Hallazgo: Si la amígdala se lesiona, estímulos amenazantes previos, comienzan a ser tratados como benignos. El descubrimiento clásico, fue que los monos con la amígdala dañada eran más sumisos o las serpientes ya no provocaban  la llamada, respuesta de lucha-lucha. Estudios posteriores realizados tanto por mí como por otros investigadores, delimitaron el rol de la amígdala en el sistema neural que detecta y responde a las amenazas, y circuitos similares se encontraron operativos en los cerebros humanos.

La interpretación: Si el daño de la amígdala elimina la respuesta a las amenazas, los sentimiento de “miedo” son producto de la amígdala. Las personas responden menos cuando la amígdala está dañada (en los humanos esto puede ocurrir como resultado de epilepsia u otra condición médica o por tratamiento quirúrgico). Pero, esta gente puede todavía sentir “miedo”. En otras palabras, la amígdala es una parte importante del circuito que detecta y responde a las amenazas, pero no es necesario que lo haga sintiendo “miedo”.-


Las imágenes cerebrales de personas sanas (sin daño cerebral), sugieren algo similar. Cuando son expuestos a amenazas, la actividad de la amígdala aumenta y la respuesta corporal ( sudor, taquicardia) aparece. Esto es verdad aún si el estímulo amenazante es presentado en forma subliminal, de forma tal  que la persona no sea consciente de lo que sucede y no responda con miedo. La actividad de la amígdala no supone que la respuesta sea “miedo”.-

La conclusión de que la amígdala es el centro cerebral del miedo asume erróneamente que el miedo y las respuestas provocadas por una amenaza son producto del mismo sistema. Si bien los circuitos de la amígdala son directamente responsables por las respuestas conductuales y fisiológicas suscitadas por las amenazas, no son directamente responsables de las emociones de “miedo”.-

¿Cómo queda entonces la interpretación? Los humanos nos sentimos a menudo asustados cuando nos vemos acorralados en situaciones de riesgo. En otras palabras, estos dos aspectos(la emoción y la respuesta fisiológica) tienden a correlacionarse estrechamente en nuestra conciencia introspectiva. Hablamos de estas introspecciones y las convertimos en experiencias compartidas que se arraigan como verdades naturales.

Mucha gente cree entonces que el miedo es la causa de que un animal o una persona corra ante un peligro; o que la expresión facial clásica que conocemos como “miedo” es una manifestación de sentirnos asustados. Pero, en lo que concierne al cerebro, no siempre es este el caso. El objetivo de la ciencia es ir más allá de lo obvio para develar las verdades ocultas detrás de lo observable.

Una de las primeras cosas que aprenden los científicos es que correlación no implica relación causal. En realidad, hay dos confusiones en este caso:

1) Creer que porque con frecuencia nos sentimos temerosos al responder a un peligro, es el miedo el responsable de que respondamos como lo hacemos y

2)  Creer que porque la amígdala es responsable de responder al peligro, debe también ser responsable de la emoción del “miedo”.-

Desde el principio, mi investigación sugirió que la amígdala contribuye a los aspectos no conscientes del miedo, aquellos que detectan las amenazas y ayudan a manejarlas. El miedo consciente, explico en mis libros The emotional brain (Simon and Schuter, 1996),

Synaptic fear (Viking, 2002), y recientemente, Anxious (Viking,2015), es un producto de los sistemas cognitivos del neocortex que operan en paralelo con los circuitos de la amígdala. Pero la sutil diferencia entre aspectos conscientes y no conscientes del miedo se pierden para la mayoría de la gente.-


La amígdala cumple su papel en el miedo, pero no es el que se describe habitualmente. Su rol es más fundamental y más prosaico. Es la responsable de detectar y responder a las amenazas, y solo contribuye al miedo en forma indirecta. Por ejemplo: las emisiones de la amígdala ocasionadas por la detección de una amenaza modifican el procesamiento de la información en diversas regiones cerebrales, ocasionando secreción de neurotransmisores (noradrenalina, aceticolina, dopamina, serotonina) y hormonas como la adrenalina y el cortisol.


En situación de peligro, estos químicos alertan al organismo de que algo importante está ocurriendo. Como resultado, los sistemas de atención en el neo cortex buscan en el ambiente una explicación. Los estímulos presentes son interpretados en función de recuerdos  de experiencias pasadas. Si el estímulo se reconoce como una fuente de peligro, el esquema “miedo” es recuperado de la memoria.

Mi hipótesis, es que el “miedo” aparece cuando estos procesos (atención, percepción, memoria, alerta) confluyen en la consciencia. Esto solo puede pasar en un cerebro que tiene los recursos cognitivos que le permiten pensar en “yo mismo” o lo que Endel Tuvling ha llamado ” conciencia autonoética”.

No hay nada malo en la especulación en ciencia, pero cuando una interpretación especulativa se enquista en la cultura científica y en la cultura toda. como un hecho incuestionable, tenemos un problema. Esto es muy claro en neurociencia, donde partimos de estados mentales (como el miedo) que tiene interpretaciones históricas, y tratados a las palabras como si fueran entidades que viven en áreas del cerebro (por ejemplo la amígdala).

Resumiendo: no existe un centro del miedo; el miedo es, en mi opinión, mejor entendido como el resultado de experiencias cognitivas conscientes, relacionadas con situaciones de peligro, pero no debería ser confundido con los procesos no conscientes que detectan y controlan las respuestas a amenazas.-

PD: Sospechen de cualquier afirmación relativa a zonas cerebrales como responsables de alguna función. La idea de centros o zonas cerebrales que alojan funciones está siendo abandonada desde la época en que la mayoría de la evidencia surgía de los efectos de lesiones localizadas.

Hoy, pensamos en las funciones como productos de sistemas más que de áreas.Las neuronas contribuyen por ser parte de un sistema, no por estar en u área específica. La amígdala, por ejemplo, contribuye a la detección de amenazas porque es parte de ese sistema.

Y porque sea así no significa que sea la única función a la que contribuye. Las neuronas de la amígdala, por ejemplo, son también parte del sistema de procesamiento de significado de estímulos como el comer beber, sexo y drogas adictivas.-

Fuente: Joseph E LeDoux PhD – www.neurocienciaparapsicologos.com

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Neurociencias
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