Aprendiendo a vivir
Que cada quién se haga cargo de su existencia; que enfrente la muerte como parte de la vida; que comprenda que cada ser es un todo integral que forma parte de una entidad que es el universo, y que acepte el desafío de vivir en equilibrio es lo que nos propone Jennifer Middleton a través de libros, talleres y conversaciones.
Fuente: www.revistasomos.cl
Entre la mente y el cuerpo no hay ninguna conexión porque sencillamente no son dos entidades distintas sino partes de un todo indivisible. Entender esto es la premisa básica para hacernos cargo de nuestra persona si queremos vivir en armonía interna y con el medioambiente. Caminar hacia una mejor calidad de vida es, en primer término, responsabilidad de cada cual, pero no se consigue sin un razonable esfuerzo: hay que tener la voluntad de adoptar formas de desarrollo saludables.
Todo lo anterior, por sencillo, suele resultar difícil. ¿Hay algo más arduo que tratar de cambiar un hábito aparentemente inocuo como no desayunar, por ejemplo? ¿O hacer cosas importantes a última hora? ¿O postergar una rutina de ejercicios físicos porque preferimos permanecer más horas frente al computador?
Jennifer Middleton es psicóloga clínica de la Universidad de Chile y psicooncóloga, con más de 30 años de experiencia en el tratamiento psicológico de los enfermos de cáncer y sus familias. En la actualidad, además de atender pacientes en su consulta, es codirectora del Centro de Desarrollo de la Persona (www.persona.cl). Lleva décadas ayudando a la gente a enfrentar su vida, a llenar sus maletines de herramientas que les permitan superar los obstáculos que enfrentan día a día. Lo ha hecho con enfermos de cáncer, desde el comienzo, y sus experiencias se han ampliado luego para ayudar a la gente a prevenir posibles males. De su mano y a la luz de los libros que ha escrito, miles de personas han iniciado procesos de transformación y han encontrado una mejor calidad de vida equilibrando cuerpo, emociones y espiritualidad.
El desafío
“Sanar, el desafío de vivir en equilibrio” (Ed.Grijalbo), es el nuevo libro que nos entrega Jennifer. En estos días en que los servicios de salud –públicos y privados –están en tela de juicio, sus consejos cobran un muy especial significado. El primero de ellos es el que nos lleva a entender que la salud es una responsabilidad propia que no podemos delegar en manos de otros, ¡mucho menos si pensamos que nuestras enfermedades sirven para que otros hagan negocio! No es coherente, por ejemplo, criticar las tarifas de las Isapres y no tomar las medidas pertinentes para alimentarnos, ejercitarnos y enfrentar nuestros problemas de manera que no nos provoquen más estrés del necesario para estar alertas.
Las advertencias de la psicóloga están lejos de plantearse en el marco de un mundo ideal. Por el contrario, justamente porque el medio en que vivimos está agrediéndonos en forma constante, es que necesitamos tomar las riendas y llevar nuestra existencia evitando o sorteando con éxito los baches del camino. “Muchos de los alimentos que consumimos contienen un exceso de azúcar, preservantes, colorantes y otros agentes químicos; vivimos en un ambiente contaminado; muchas personas padecen adicciones (cigarrillo, alcohol, tranquilizantes, etc.); nuestra medicina a veces nos enferma o nos daña en el intento de sanarnos; y, como si todo esto fuera poco, no sabemos enfrentar el estrés diario al que estamos sometidos”, afirma Jennifer al explicarnos el por qué de la necesidad de aprender a ser autónomos.
Comentando el libro con una amiga, ella me decía desalentada: “No es fácil ser optimista cuando uno acaba de perder el trabajo”. Esto me llevó a pensar que ella no había asimilado algunos consejos del libro. ¡Claro que no es fácil enfrentar las circunstancias adversas! Pero en la vida el cambio es permanente e inevitable y, aunque muchas veces ese cambio no nos favorece, si lo aceptemos y lo ponemos atrás, en vez de quedarnos lamentándonos, podemos concentrarnos en las oportunidades que hay adelante.
Ese es el verdadero desafío.
La opción
Para Jennifer, ser sanos es una opción. “Hace un tiempo un médico comentaba despectivamente sobre mi trabajo: ‘Lo malo es que esta señora dice que las personas se inventan las enfermedades’. Y eso es una forma reduccionista y equivocada de interpretar lo que yo afirmo. ¿Quién va a querer conscientemente sentirse mal? Lo que yo expreso es que uno puede elegir una forma de vivir saludable, de alimentarse bien, de enfrentar los problemas de manera asertiva, de aprender a mirar en su interior. Y eso lleva a un equilibrio que mantiene alejadas a las enfermedades.”
Sin duda se requiere de voluntad y de una decisión consciente para abrazar la opción de una vida sana. Cuando hacemos la elección es imprescindible identificar aquellas cosas que nos hacen daño o que desatan en nosotros reacciones negativas. Muchas veces no nos percatamos de que la jaqueca que padecemos estalla justamente después de una discusión familiar o de enfrentarnos a un problema que estábamos evitando. Nos centramos en la jaqueca, en buscar ayuda en un remedio que la calme, aunque nos aturda y apague todos nuestros sentidos. Acudimos al neurólogo para que no se repita el molesto episodio, o a cualquier otros especialista si sospechamos que el dolor viene de la capacidad visual, o del mal funcionamiento del estómago. Pero evitamos analizar las circunstancias, la mirada interior, el análisis que nos permitiría detectar que la reacción de nuestro cuerpo no proviene de un mal establecido en el organismo sino que es un mecanismo que aflora porque no sabemos enfrentar adecuadamente una situación.
Vivir más, vivir mejor
Hoy, cuando el promedio de vida se ha elevado y el porcentaje de los adultos mayores crece en todas las sociedades, se hace más necesaria que nunca la opción por la vida sana. No se trata de vivir más años, sino de vivir mejor hasta el final de nuestros días.
Hay que cambiar el paradigma que lleva a pensar que las múltiples enfermedades son inherentes a los adultos mayores. La diabetes 2, por ejemplo, que ha aumentado en forma alarmante en los mayores de 50 años en Chile, no es producto de la edad de los pacientes sino de los muchos años de una alimentación deficiente. Lo mismo ocurre con la hipertensión o con algunas enfermedades inflamatorias o musculares que son secuelas de malas posiciones, vida sedentaria, problemas no resueltos, estrés acumulado por años.
El organismo se vuelve más lento con los años, pero hay herramientas que podemos utilizar para desenvolvernos a una velocidad distinta sin perder conexiones sociales, capacidad de aprendizaje, memoria y otras aptitudes que hoy aceptamos de buenas a primeras porque tenemos más de X años.
En el libro de Middleton se cita a una serie de autores –profesionales especialistas en adultos mayores –que concuerdan en señalar que una vejez exitosa empieza en la juventud, cuando se opta por prácticas de vida saludable que facilitan, en la llamada tercera edad, la continuidad de una vida en la que las habilidades sociales perduren evitando, por ejemplo, el aislamiento del que se quejan muchos ancianos. Asimismo, cuando hemos comprendido tempranamente el valor de ejercitar el cuerpo de manera periódica y controlada, conservamos la agilidad y movilidad y es mejor el funcionamiento del corazón y de las articulaciones.
Lo que Jennifer Middleton nos entrega en este nuevo libro no es un ideal, ni una idea exótica y, mucho menos la promoción de una práctica difícil, elitista o inalcanzable. Por el contrario, nos da las pistas para transitar correctamente un camino que, por conocido, muchos hacemos con los ojos cerrados.
