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Abr 23, 2010
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Relación de pareja

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La clave de la simetría en el rol de la pareja

El Dr. Ricardo Capponi nos entrega una interesante propuesta reflexiva acerca del vínculo de pareja, abordando  las exigencias y desafíos de construir una relación madura, para lograrla son necesarios algunos requisitos: “ser compañeros, buenos amantes y buenos padres en crianza compartida”…un hermoso desafío en esta relación de amor.

Fuente: www.diario.elmercurio.cl

 

Sólo a partir del siglo XX, cuando la mujer entra al mundo público, es que comienza a exigir sus derechos y una relación simétrica dentro de la pareja. Hombres y mujeres estamos exigidos a integrar nuestros roles de padre y madre a una buena sexualidad, en una relación simétrica, con los mismos deberes y derechos, manteniendo la pasión y la felicidad.

En el siglo XXI aspiramos a un amor sexual maduro, que no tenga esta característica de dominio/sumisión de la pareja tradicional de la sociedad machista.

Este amor sexual maduro requiere de la mujer que sea buena madre, amante apasionada y compañera e incluso proveedora. Pero también asertiva, para que no le pase lo que a muchas mujeres, y que es que tienen un doble o triple rol. Los hombres, por su parte, estamos descargándonos de la angustia de ser los únicos que proveemos en el hogar, lo cual nos está abriendo un espacio para lograr una actitud frente a la vida un poco más descansada y menos exigida, de forma tal que nos abre a la idea de dedicarnos a la paternidad. Pero esto puede ser mal interpretado por los hombres.

Todo esto hay que mirarlo y manejarlo bien, porque para que la relación de pareja sea lograda, requiere ciertos requisitos: ser compañeros, buenos amantes y buenos padres en crianza compartida. Entonces, el desafío hoy es tremendamente hermoso, porque aspiramos a una relación de amor entre dos sujetos que son distintos, desde el punto de vista físico y de la filogenia (la herencia), y de cómo influye la cultura en ellos.

Las exigencias a la mujer

Ser buena madre: Hoy tener un hijo no es lo mismo que hace 50 años. Las ciencias sociales no sólo han mostrado las exigencias de criar a un hijo sano, con todos los problemas que implica, sino también hay cada vez más una clara conciencia de que una buena madre es aquella que tiene la capacidad de crear un mundo propio para despegarse de los hijos, para no convertirse en una madre tan sobreprotectora que los termine agobiando. Por otro lado, estamos en un período de transición, en que la madre está identificada con su madre del pasado, que se dedicó casi exclusivamente a los hijos. Entonces, vive la culpa si es que sale al trabajo o fuera de la casa.

Ser buena amante: La mujer hoy también tiene que ser una buena amante, porque hoy no existe la posibilidad de que el hombre viva su vida sexual de forma disociada. La mujer sabe que si no mantiene a su hombre satisfecho sexualmente, y a ella satisfecha sexualmente – para crecer en la relación de pareja con momentos de encuentros profundos- , la relación no va a caminar.

Mujer compañera: También debe ser una mujer compañera, una colega. Hoy los hombres buscan mujeres interesantes, a diferencia de antes en que muchas veces se elegía a una persona de otro nivel social y cultural, de manera de no tener muchos riesgos.

Ser buena compañera significa acompañar al hombre en todas sus vicisitudes, que lo contenga. En ese sentido, uno podría decir que ser buen compañero de la pareja significa, en el caso de la mujer, ser muchas veces madre de su pareja. Protegerlo, cuidarlo, especialmente en los momentos difíciles.

Ese ejercicio maternal para los hombres, por supuesto en momentos transitorios, resulta tremendamente vinculante. Pero la mujer también tiene que saber ser hija para permitirle al hombre también cumplir esa función de padre sobre ella, y que la pueda cuidar y la pueda proteger, y que lo pueda hacer sentir a él con una gratificación narcisista respecto de ese rol. Pero al mismo tiempo tiene que ser mujer, con agallas; de alguna manera, frente a los proyectos en común, las dificultades, tiene que estar codo a codo manejándolas con su pareja.

Las exigencias al hombre

Al hombre se le exige hoy día ser buen padre, amante fiel y buen proveedor.

Ser buen padre: Esto es nuevo para el hombre. Ser buen padre es ir hacia los hijos y salirse un poco del mundo del trabajo para apoyarse en su mujer, en términos de las responsabilidades, descansar un poco en la relación de pareja, más pareja y compañera, para acercarse al mundo de los hijos.

Amante fiel: Como hemos dicho, los hombres tienen una tendencia mayor a la infidelidad vía hipersexualización. La mujer también tiene una tendencia a ser infiel, pero es más desde la vía afectiva. Entonces, una mujer hoy, satisfecha afectiva y sexualmente, tiende a ser fiel. En cambio, un hombre satisfecho afectiva y sexualmente, igualmente tiende a ser infiel, a gratificar esta tendencia a la excitación. Entonces, uno de los elementos fundamentales en la educación de los hijos hombres es ayudarlos a que entiendan la importancia de integrar el afecto a la excitación, y lo dañino que es usar el cuerpo y la sexualidad como un elemento de descarga sensorial exclusivamente.

Compañero cercano y proveedor: Éste es un tema importantísimo. Sabemos ser proveedores, pero no tenemos buen entrenamiento en el acompañar a la mujer con las exigencias afectivas que eso requiere. Esto, porque aprendimos nuestra identidad con la madre y tenemos terror a que aparezca lo femenino en nosotros. Entonces, constantemente tenemos que mostrar que somos hombres a través de la fuerza, de la tosquedad, porque aprendimos a ser hombres con un padre lejano. Porque si el padre es cercano, nos transmite la sensación de que también puede serlo con ternura y afecto.

Las dificultades del hombre

Para cumplir con todas sus exigencias, el hombre enfrenta dificultades:

Lejanía de la figura paterna: La mayoría de los hombres concuerda en que no tuvo a su padre como un ser humano próximo. La imagen paterna, entonces, la buscaron en la literatura, el cine, la televisión o en sus pares más recios, más agresivos.

Los padres interactúan de forma diferente según sea el sexo de los hijos. Son más cariñosos con las niñitas y más severos y exigentes con los hijos; más solícitos con las niñas y más duros con los hijos; en general, usan mayor coerción física con los niños, y mayor coerción verbal con las niñas.

Esto llevaría a pensar que los hombres son más agresivos porque reciben más agresión de los padres, y se han identificado con un padre más violento. Sin embargo, la identificación que le pueda dar el cuidado del padre le permite al hombre instalar una reserva de ternura corporal. Porque no bastan las caricias maternales para que un hombre transite hacia el amor sexual maduro. Se requiere la presencia del padre. Pero para cultivar el padre la relación cercana con el hijo, los hombres también tenemos que reivindicar nuestro derecho a establecer vínculos de afecto.

Y aquí se establece una cierta tensión con la mujer: luchar contra la tendencia acaparadora de las mujeres en la relación con los hijos, porque esto también requiere de la disponibilidad que le garantizaría estar más tiempo con los hijos. Algo más que su tradicional protección económica y fiscalización paternal.

Separación de la figura materna en el hombre: Este aspecto también es relevante. Para compensar la tristeza que produce la separación de la madre durante la infancia, el hombre crea ciertos rasgos de carácter. Aparecen entonces dos tipos de hombre: los hombres duros y los hombres blandos. Los primeros se estructuran en torno al narcisismo, y los segundos son más infantiles, y buscan una pareja que cumpla la función de una madre.

Se ha tendido a pensar que una buena alternativa para la relación de pareja es transformar a los hombres duros en hombres blandos. Sin embargo, las mujeres terminan hastiadas con ellos porque es como si los hombres hubieran descubierto la posibilidad de que las mujeres los mantengan y puedan ser más pasivos. O bien, porque estos hombres son como sucedáneos del estilo de mujer tradicional.

Hipersexualización violenta de la sociedad: Éste es otro elemento que dificulta que el hombre pueda ser un buen padre y un buen amante y compañero. La sociedad siempre funciona a un nivel bastante primitivo porque es un funcionamiento grupal, ya que tiene que unir las mentalidades de mucha gente, y por lo tanto lo hace a través de elementos muy básicos: de violencia, de excitación.

Esta carga tóxica se ha transformado hoy en algo tremendamente peligroso, porque a raíz de la globalización, y de los medios de comunicación intrusivos en nuestra intimidad, tenemos un enorme acceso a la violencia y a la hipersexualización, a la pornografía dura, por ejemplo, que despierta la excitación al reclutar todo lo sexual al servicio de la agresión.

Las dificultades de la mujer

En el caso de la mujer, también influyen varios factores:

Lejanía/cercanía del padre: Para la mujer, tener un padre cercano tiene dos propósitos importantes: uno es que se pueda identificar con lo masculino, de tal manera que no le tenga miedo al hombre y pueda enfrentarlo con serenidad, y que frente a una agresión de él, ella pueda contraponerla. Esto se llama la agresión al servicio de la defensa, que es una agresión muy bien usada para mantener la dignidad. De lo contrario, puede caer en la relación dominio–sumisión, sin posibilidades de armar su mundo propio.

Las mujeres con padres cercanos habitualmente se manejan muy bien en este aspecto. En cambio, las mujeres con padres lejanos, por un mecanismo muy curioso e interesante, que hace idealizarlos, convierten la imagen del hombre en un príncipe azul con el cual se van a casar y tener toda su vida solucionada. Eso es absolutamente absurdo hoy día y va derecho a un fracaso. Sólo con un padre cercano, se pierde el temor, el hombre se hace realista, y se desarrolla una relación de pareja de verdad.

Por otro lado, la mujer es capaz de sentirse atractiva si ha tenido un padre cercano, que la ha valorado y apreciado con cariño, y no que no sólo la ha fiscalizado.

Hipermasculinización de la sexualidad: En la actualidad, como se han relajado los sistemas de control, hemos pasado del machismo a la hipermasculinización. Así vemos a muchos hombres tendiendo a una sexualidad de ese corte, y mujeres, que por integrarse a este estilo, les conceden una sexualidad muchas veces impuesta por la presión masculina.

En la hipermasculinización no se busca una tercera persona. El joven, el adolescente y el adulto joven, quiere vivir su sexualidad con su polola, con su pareja, pero la presiona a que se entregue sexualmente como el hombre buscaba antes, descargando su sexualidad. La joven, la adolescente, en un alto porcentaje, no siente ese deseo sexual, pero para tranquilizarlo hace muchas cosas sexuales sin siquiera disfrutarlo.

Las mujeres tienen mucho que enseñarles a los hombres en la integración de lo afectivo a la sexualidad, a la agresión, pero para eso tienen que ser mujeres asertivas.

En ese sentido, me parece importante señalar un camino de integración. La gracia de los matrimonios bien avenidos es que ellos pueden asistir a un amor entre los dos géneros que les ayuda a integrar lo masculino y lo femenino en su mente.

Cuando nos enamoramos – algo que no pasa con mucha frecuencia, una, dos, tres veces en la vida- estamos hablando de un estado mental intenso, y en el estado mental del enamoramiento, ¿se han dado cuenta de que los hombres recios se ponen amorosos? Esos son estados mentales que favorecen la integración.

Todos tenemos la responsabilidad de que haya menos ataque al vínculo de la pareja; que haya mayor posibilidad de que los hombres podamos adquirir estas identidades femeninas, y las mujeres, mayores identificaciones masculinas. También que podamos tener hijos en una crianza compartida de verdad, donde el padre desarrolla un rol importante y no es solamente un auxiliar que hace la mamadera o cambia un pañal. Lo importante es que se haga cargo igual que la madre, y que hombres y mujeres compartan los tiempos libres de ocio con los hijos de manera simétrica.

Para lograrlo, hay que traer el hombre a la casa, y para eso necesitamos una mujer fuerte. Todos estos elementos están empezando a instalarse hoy en el siglo XXI. Tenemos que preocuparnos de que nuestros hijos alcancen algo que nosotros no logramos, y que es que puedan lograrlo con mucha mayor calidad que lo que las generaciones anteriores lo hemos hecho.

Los tipos de hombre

“El psicoanalista Ricardo Capponi distingue varios subtipos de hombres según la manera en que se relacionan con la pareja. Dentro de los hombres duros están:

Los obsesivos: En general evitan que afloren los sentimientos. Su autoafirmación depende de proveer. Son muy trabajólicos y, por lo general, padres lejanos. Sin embargo, detrás de toda esta fachada existe un hombre sumamente sensible, y con mucha capacidad de amar.

Los narcisistas: Son sujetos que se estructuran en torno al engrandecimiento de sí mismos, y desprecian la condición de la mujer. Aparecen como grandes seductores en un comienzo, pero con el tiempo, la mujer se da cuenta de que son tremendamente fríos y distantes. Su fuente de gratificación es el éxito, el poder y el dinero, pero sin trabajar mucho, porque son grandiosos.

Los celosos: Desde los mecanismos narcisistas tienen una franca desconfianza de la mujer. Viven hostigando a la mujer con sus celos, en parte por la hostilidad y la desconfianza, pero en parte por la excitación que le produce que su mujer llame la atención de otros hombres.

Los depresivos: Son pasivos agresivos, más solapados, pero muy duros. Su depresión les da un aire de invalidez, pero debajo de su depresión existe un área muy agresiva hacia la pareja.

Dentro de grupo de hombres blandos están:

Los fóbicos: Son hombres muy temerosos que se han quedado en la relación con la mujer mamá, que los protege de la adversidad que significa conquistar un lugar en la sociedad.

Los histéricos: Son el prototipo del hombre seductor, pero del seductor tierno, que fascina a las mujeres, porque son amorosos, menos agresivos. De lo que ellas no se dan cuenta es que tienen una dificultad muy grande para mantenerse vinculado con la misma mujer.
Los infantiles–dependientes: Necesitan una mujer que los cuide, los proteja. Terminan irritando profundamente a las mujeres, que ya no soportan un niño más dentro de la familia. Son muy malos proveedores, tienen mucha apatía sexual.

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Relaciones humanas
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