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Ene 20, 2014
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La pareja convencional versus la pareja espiritual

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La pareja convencional versus la pareja espiritual

Todos hemos deseado una perfecta y sublime relación con un miembro del sexo opuesto.

Algunos de nosotros tenemos éxito en la primera vez, otros lo tienen después de muchos intentos fallidos, otros continúan en la búsqueda. No hay necesidad de preocuparse por esto, ya que “todos tenemos nuestra mitad”, como lo dice un antiguo proverbio. Más pronto o más tarde, usted y su amado se encontrarán para disfrutar de los aspectos más sublimes del amor, dependiendo de cuan rápido se vuelva Ud. conciente de la REALIDAD. Es esencial comprender los errores típicos que pueden aparecer en una pareja “convencional”. Volviéndonos concientes podemos construir una unión de amor perfecta, basada en los más altos ideales. Ofrecemos aquí un análisis comparativo de los dos tipos de relación: la convencional y la espiritual.

Fuente : http://www.tantrayogaintegral.com.ar/

 

PAREJA CONVENCIONAL

Proceso cerrado. Las motivaciones de la pareja no están claras. La mayor parte de las veces, la pareja se modela de acuerdo a pautas comunes, establecidas por los demás, más que por valores propios. Se da preferencia a la seguridad y la estabilidad, evitándose la transformación. A esto se debe que la evolución individual sea tan lenta. Ambos tratan con esfuerzo de ser de acuerdo con la imagen del otro; los amantes no actúan libremente. No actúan del modo que sienten honestamente.

Duda. El proceso cerrado crea menos auto-confianza y menos confianza mutua. Nos volvemos apegados y nos sentimos dependientes, y necesitamos al otro para valorizarnos.

Competencia. “No ocupes mi lugar”. Aparece la lucha por el poder. ¿Quién da las órdenes? ¿Quién es la autoridad? Hay un conflicto de roles. Los intereses propios predominan. El “ego” tiene el poder.

Dependencia. Hay roles fijos. Se desea imponer nuestros propios puntos de vista sobre el otro. Nos sentimos separados, solos e insatisfechos. Existe el temor al abandono.

Condiciones. La dependencia crea intercambios condicionales. La relación se maneja a través de reglas, contratos, y compulsión. La base de la unión es el concepto de negocio: si se ofrece algo, se obtiene algo a cambio. Las actitudes son premeditadas. Puede darse la manipulación.

Aburrimiento. Los amantes crean reglas porque ya no disfrutan pasar el tiempo juntos. Entran en una rutina que destruye la creatividad y la inventiva. Cada uno comienza a creer que el otro es la fuente de la infelicidad, y esta es la razón por la cada cual debe defenderse a sí mismo.

Inseguridad. Se tiene la sensación de que algo está faltando, aunque no se sepa exactamente qué es. Existen sentimientos de temor, inestabilidad y culpabilidad. Se evita al otro o se le reprocha por ciertas conductas que nos molestan. Puede sentirse el deseo de comenzar una familia, en la esperanza de que esto sea la solución del problema, y permita lograr una mayor estabilidad.

La sensación de fracaso como pareja. Hay una sensación de impotencia acerca de la marcha de los acontecimientos. Cada amante comienza a desvalorizar al otro. Aparecen resentimientos que pueden provocar un desbalance aún mayor. Hay un sentimiento de desesperación, y de que no hay nada que se pueda hacer. No se ve una manera de volver a dar armonía a la pareja.

Separación. La única solución es la separación y el divorcio. Experimentamos desesperación y soledad. Esta podría ser la oportunidad para la transformación, para el posible descubrimiento de la autonomía y la libertad.

PAREJA ESPIRITUAL

Proceso abierto. La relación se establece claramente para un objetivo espiritual, y los objetivos comunes constituyen el fundamento de la relación. Existe el reconocimiento mutuo de la libertad de cada uno. Los amantes expresan abierta y libremente quiénes son, sus deseos y sus metas. Se acepta la transformación, y no existen los celos. Esta es la razón por la cual la evolución espiritual es muy rápida.

Confianza. Un proceso abierto permite a cada miembro de la pareja ser conciente de su propia independencia. No se trata de cambiar al otro. Más bien, se le acepta tal como es, y se le ayuda con nuestra propia presencia.

Comprensión. Cada uno tiene el mismo “rango”, las mismas responsabilidades. Cada uno respeta el “espacio” del otro, y su deseo de estar juntos o solos. Se da una flexibilidad en los roles: se está allí para ayudar en el avance del otro.

Autonomía. Cada uno es auto-suficiente, y no es dependiente del otro. El amor confiere seguridad. Cada uno está abierto al deseo del otro de superación espiritual. De aquí surge una fuerte comprensión acerca de las “herramientas” empleadas en el desarrollo espiritual: la necesidad de práctica espiritual, la concesión de tiempo libre, viajes, y otros requerimientos. Esto conduce a la espontaneidad y a la armonía.

Libertad. La autonomía conduce a la tolerancia, el desapego, y la entrega. No existe más la dominación y la posesividad. Ambos exploran juntos, espontáneamente, la feliz aventura de la evolución espiritual como pareja.

Existe felicidad, confianza mutua, y armonía.

Creatividad. Existe un estado constante de juego y buen humor entre ambos. Se hacen evidentes la espontaneidad, la inspiración y el disfrute. Los roles y las responsabilidades cambian espontáneamente. Se inventan nuevos caminos para el amor. Se sienten realmente bien y felices juntos.

Seguridad. El amor profundo lleva a un sentimiento de estabilidad. Puede aparecer el deseo de formar una familia, no porque ambos sientan temor de la pérdida del otro, sino a fin de cumplir un propósito más alto. La unión espiritual de ambos amantes induce un sentimiento superior de seguridad.

Amor perfecto. Existen sentimientos de abnegación y de adoración. La devoción mutua despierta la esencia divina en ambos amantes, y el auto-sacrificio mutuo genera un estado de gran delicadeza. El amor se vuelve cósmico, sentimos que Dios es El que nos ama, a través de nuestro amante.

Unidad. La relación es así la oportunidad de alcanzar un matrimonio o unión espiritual. La pareja descubre el amor primario – el amor entre dos arquetipos, el macho y la hembra. Este amor conduce a la pareja hacia la UNIDAD, gracia y bendición divinas. Ellos cumplen el ideal de toda relación: el descubrimiento de la UNIDAD, o en otras palabras, de la SUPREMA REALIDAD.

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Sexualidad
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