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May 6, 2013
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Darle una nueva forma al mundo, darle una nueva forma al ser humano

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Darle una nueva forma al mundo, darle una nueva forma al ser humano

Estamos en un momento en el cual el ser humano enfrenta la realidad finita del planeta y las consecuencias de los sistemas que hemos inventado. Debemos mirar más profundamente nuestras cegueras culturales, mirar las raíces de cómo llegamos a actuar de la manera en que actuamos, y crear el mundo que hemos creado. Si vamos a cambiar el mundo y a generar un nuevo futuro, debemos primero mirarnos al espejo, y mirar en qué tipo de personas nos hemos convertido, el tipo de pensamiento en el que solemos caer y qué tipo de relación hemos elegido tener con nuestro mundo.

¿Qué es lo que podemos ver al mirar el mundo y nuestra manera de ser en él? Más allá de nuestras explicaciones automáticas e inadecuadas, vemos que un tema central de nuestra civilización es que ignoramos la naturaleza y nuestro medio ambiente, percibimos el mundo natural solamente como materia prima para utilizar, de una manera similar, vemos a las personas como “recursos humanos”.
Estamos tan empapados en la interpretación de que todo es para nuestro uso que,  incluso,  utilizamos nuestro propio “ser” como materia prima. ¿Materia prima para qué? Para cualquier proyecto que produzca ganancias, crecimiento y retornos financieros. Somos una cultura que ha perdido el sentido y la virtud, y que ya no tenemos la noción de una buena vida en armonía con la naturaleza, con otros, y en pos de un futuro sano. Creemos que la buena vida es la expansión permanente del consumo.
Debemos tener respeto y gratitud por los regalos de la vida y la naturaleza y no simplemente destruirlos en nuestro consumo. Hemos perdido el lugar de lo sagrado, y por “sagrado” no nos referimos a un significado religioso, sino a los aspectos de la vida que reverenciamos, respetamos, agradecemos  y ponemos en un lugar más alto que el interés propio.
¿Cómo llegamos a valorar nuestras abstracciones más que nuestras vidas? ¿Cómo llegamos a dejar que los números dictaran nuestras elecciones más que nuestra conexión con la vida y el sentido? ¿Cómo llegamos a renunciar a nuestra responsabilidad personal y social de cuidar el futuro y el mundo que compartimos?
Vivimos en la era  de modernidad después de quinientos años de enfoque creciente y celebración de la ciencia, la racionalidad y los poderes de la predicción y el control. Vivimos en la historia de que el universo es meramente material, sin sentido intrínseco y que la única fuente de sentido son nuestros propios propósitos y deseos.
“Si vamos a cambiar el mundo y a generar un nuevo futuro, debemos primero mirarnos al espejo, y ver en qué tipo de personas nos hemos convertido, el tipo de pensamiento en el que solemos caer, y qué tipo de relación hemos elegido tener con nuestro mundo”
Ahora tenemos un tremendo problema a raíz de estos supuestos. Primero, el supuesto de que las emociones no son relevantes para la acción efectiva ha probado ser falso. El neurocientífico Antonio Damasio ha demostrado que el comportamiento racional no es posible sin involucrar los circuitos emocionales del cerebro[i]. El campo de la inteligencia emocional demuestra que el 90% de la diferencia entre líderes, gerentes y organizaciones de alto rendimiento y las de rendimiento promedio tiene que ver con sus habilidades emocionales[ii]. Y el segundo problema es que nuestra formación de toda la vida en técnicas de pensamiento racionales y de abstracción ha dejado afuera la parte más importante de nuestro pensar y elegir, ha dejado fuera la ética y las elecciones de sentido de lo que nos importa, de lo que hace una vida buena y llena de sentido.
Desde un punto de vista pragmático, el medio ambiente nos da aire, agua y la capacidad de generar alimento. Como el medio ambiente ha sido regalado, en vez de producido, lo hemos dado por sentado y no lo hemos valorado. Ha sido utilizado de maneras que producen costos posteriores tremendos que no son pagados, porque nuestra contabilidad sólo valora la acción humana, no las acciones esenciales de la naturaleza. Sin embargo aún creemos que  nuestra cultura tiene la posibilidad para no sólo mirarse al espejo, sino también para reconectarse con la pregunta de “¿qué es una buena vida?”, “¿qué es una buena persona?”, “¿qué es un buen ciudadano?”, y generar nuevas respuestas, acciones y resultados para un futuro sano y una buena vida.
Debemos reconocer que no podemos imponer la predicción y el control sobre toda la vida y seres vivos, y que estas aproximaciones no pueden convertirse en las bases de nuestra relación con la vida, con otros, el futuro, y el mundo.
Aunque no pretendemos tener las soluciones a nuestros problemas globales, sí sabemos que debemos atenderlos mirando en qué tipo de seres humanos nos hemos convertido y debemos reconectar y reintegrar nuestras capacidades emocionales a nuestro pensar. Debemos recuperar nuestra capacidad de conectarnos y cuidar aquello más armonioso y lleno de sentido del mundo. Debemos recuperar nuestra sensación de vivir en un mundo vivo, con el cual tenemos una relación, y que este mundo nos cuida solamente en la medida en que nosotros cuidamos de él.
 
[i]Damasio, Antonio, Descartes Error, Avon Books, 1994.
[ii]Goleman, Daniel, Emotional Intelligence, Bantam, 1996, 2006.
* Adaptación del artículo de Julio Olalla y Robert Dunham en Revista Desafío n°84, enero 2012
 
*Por Julio Olalla y Robert Dunham 
Article Categories:
Relaciones humanas
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